¿Cómo sería tener una mente serena en la que no se agolparan miles de pensamientos catastróficos? ¿Una mente que supiera dejar de rumiar, hacer una valoración razonable de sus preocupaciones y dejar estar aquello que no puede solucionar?
Podemos entrenar la mente para que, en lugar de pensar de forma atropellada, anticipando lo peor, dudando de uno mismo, sepa hablarse con sosiego, con un ritmo más calmado, sepa aceptar lo que no puede controlar y poner la atención consciente en lo que sí depende de ella.
Entrenar nuestra forma de pensar es sinónimo de calmar nuestra vida.