¿Por qué es importante bajar nuestro nivel de exigencia y dejar de ser un perfeccionista?
La autoexigencia y la conducta perfeccionista son grandes enemigas del placer y del equilibrio. Nos someten a una presión innecesaria. Estamos confundidos. Todo tiene un límite y lo saludable es tender al equilibrio. Dejemos de buscar la exigencia, busquemos más el placer. No buscamos ser perfeccionistas, solo responsables.
¿Dónde está el límite? En las señales, ¿te sientes frustrado, ansioso, desmotivado? Cuando cruzamos los límites nuestro cuerpo y nuestra mente nos dan señales, pero la mayoría de las veces no las escuchamos o las malinterpretamos. Pensamos que nos estamos quejando o poniendo excusas. Y no es así. Estar cansado no es sinónimo de que seas un vago, es solo un dato empírico de que cuerpo y mente se han sometido a un sobreesfuerzo. Y si quieres seguir entrenando, trabajando o practicando tu afición con frescura y acierto, necesitas darte un descanso.
Ser autoexigente con las responsabilidades no lleva a realizarlas mejor. Y tampoco funciona con tus aficiones.
Las personas autoexigentes presentan niveles de implicación, compromiso y esfuerzo que muchos otros son incapaces de hacer. Y la gente valora y refuerza esa actitud. La diferencia está en que ellos, los no exigentes, igual son más felices que tú, con sus imperfecciones, con sus errores o con su tiempo libre para poder disfrutar de él.